martes, 2 de abril de 2024

“CONCIERTOS PARA LA POSTERIDAD" MANOWAR:Palacio de los deportes, Barcelona 02/05/89

Se me hace muy difícil destacar un concierto por encima de otro en la década de los 80, 

porque tuve la suerte desde muy jovencito de poder asistir a noches para guardar en la retina 

in saecula saeculorum que dirían los franciscanos. Con deciros que el primero fue Accept con 

Dokken en 1986 ya es para ponerle los dientes largos a muchos. Le siguieron Scorpions/MSG, 

Judas Priest/Warlock, Iron Maiden/Wasp, Dio/Helloween y tantos otros, incluidos conciertos 

en mi Hospitalet querido de Zeus, Blutaxt, 11 Bis,…. Una época donde asistir a un concierto era 

un acontecimiento muy especial donde se respiraba esa comunión entre unos chavales que 

todavía caminábamos entre las complejas aguas del desconocimiento y la marginalidad.

 


También he de decir que no todo era hermandad y buen rollo, también fui testigo de batallas 

campales y del desprecio y el linchamiento sin contemplaciones de grupos teloneros que no

habían sido del agrado del intransigente público barcelonés de aquellos años.


Pero entre todos los momentos inolvidables, me voy a quedar con la primera visita de los reyes 

del metal por nuestras tierras, primero porque en aquellos momentos y durante varios años 

fue mi banda favorita y segundo porque la expectación por verlos por primera vez era latente. 

Tal es así que de estar previsto que actuaran en la sala Zeleste, tuvieron que cambiar el 

enclave al mítico Palacio de los deportes. Tambien he de apuntillar que 3 años después cuando 

venían a presentar su “Triumph of steel", ocurrió justo lo contrario. Aún conservo las 2 

entradas con las ubicaciones originales, en fin cosas que pasan.



Traslademonos a la noche del 2 de mayo de 1989, con un recinto con tres cuartos 

aproximadamente de ocupación y presentando todos los estereotipos de la época; melenas al

viento, chupas de cuero y tejanas, macizas con las típicas mallas ajustadas y cánticos del 

famoso “Carry on" caldeando el ambiente. La banda atravesaba un gran momento de 

popularidad en nuestro país con la publicación de “Kings of metal" y la gente estaba ansiosa 

de verlos, aunque desde luego creo que nadie estaba preparado para lo que allí pudimos 

presenciar.


Pues entremos en materia, con puntualidad británica aparecieron en escena la primera de las 

2 bandas elegidas para calentar motores, los germanos Risk. Una banda surgida de las cenizas 

de la última formación de Faithful Breath, un combo capitaneado por el incombustible Heimi 

Mikus, lo más parecido a un insecto palo, capaz de mimetizarse con su entorno. Empezaron en 

los 70 haciendo pseudo rock progresivo, en los primeros 80 evolucionaron a un hard’n heavy 

clásico, para sumarse tras el cambio de nombre a la nueva corriente que a mediados de 

década se imponía en Alemania, el power, speed e incluso thrash metal. Como veis un tipo que 

se adaptaba al viento que más soplaba, aunque dicho sea de paso nunca llegaron a gustarme 

demasiado y lo que más resalto son las míticas portadas de sus discos, firmadas por uno de los 

grandes ilustradores del género, el señor Sebastián Krüger, que no se si era el primo teuton de 

Freddy. No obstante el grupo durante 30 minutos ofreció un show dinámico y potente que no 

disgustó al respetable. “Roadwar", “Russian nights" o “Mindshock" caldearon al público que 

tenía claro que esa noche iban a disfrutar de lo lindo. Además del incansable Heimi, en las filas 

de la banda militaba un viejo conocido de la escena metálica alemana, el bueno de Thilo 

Hermann, que muchos recordaréis por su militancia en Running Wild o Grave Digger entre 

otros. Un muy buen arranque para esta velada mágica.



Tras un breve descanso salieron a escena Drifter, un grupo suizo que yo no conocía pero que 

su buen hacer sirvió para que les siguiera la pista y más tarde me hice con su muy 

recomendable primer álbum “Reality turns to dust". En este caso nos encontramos con una 

banda mucho más compacta, practicando también un power mezclado con Speed metal y con 

un muy buen cantante llamado Tommy Lion con algún agudo incluido. “Principle of speed", 

“Reality turns to dust" o la versión del “We can't be beaten" de Rose Tattoo con un 

fragmento de su versión particular de La bamba incluido, lograron hacer hervir aún mas el 

gallinero dejando un muy buen sabor de boca.



Y llegó el momento esperado, como digo en aquel momento Manowar era mi banda absoluta 

y ya tenia referencias de su poder en las tablas en algún pirata que tenía de la época del “Sign 

of the hammer", y la cronica de un amigo mío de Italia de su actuación en Milan en la gira del 

“Fighting the world", que no había hecho más que ponerme los dientes largos. Pero por fin los 

teníamos aquí y se encargarían de hacer esa noche inolvidable.



Tras la típica música de guerra China que acompañó el inicio de sus shows durante muchos 

años, a través del PA sonaba esa grave voz que anunciaba:”From the United States of 

América. All Hail! Manowar”. Y ahí comenza la batalla, con los primeros acordes del tema 

homónimo de los neoyorkinos, aquello estallaba con la gente totalmente entregada. En el 

flanco izquierdo el jefe Joey DeMaio con ese sonido inconfundible de su bajo afinado como 

una guitarra, cortesía del gran John “Dawk" Stillwell, a la derecha el debutante David Shankle

que venía reemplazando a Ross the boss en la guitarra y detrás de la muralla de altavoces 

aporreando su set de batería y con ese aspecto a lo Genghis Khan, el desaparecido Scott 

Columbus. Por detrás de David apareció el diminuto pero grandioso Eric Adams para 

completar la formación y dar inicio a 87 minutos de un concierto épico. El sonido fue fantástico 

desde el inicio y ya enseguida comprobabas la maestria de Joey al bajo con ese temple y 

mirada desafiante y por encima de todo la potente voz de Eric sonando aún más desatada que 

en estudio.



Tras el saque inicial Scott nos introducía con su característico intro a los parches, algo más 

alargada para la ocasión en la ovacionada “Fighting the world". Tras el solo del tema y con la 

audiencia totalmente entregada llegaba el momento de hacer cantar al respetable. Aquí Eric

intentaba hacernos entender que cuando el decía Fight for a living, el público debía gritar 

Fighting the world, pero ante la descordinacion de la gente al parar la música, optó por 

explicarlo como mejor sabe, soltando un scream de los suyos que ya nos dejó alucinando. 

Mientras coreabamos el mítico estribillo, Eric tuvo que pegarle varias patadas a un balón de 

nivea que llevaba paseándose por las primeras filas durante todo el tema y que hacia ver a la 

banda que la gente había venido esa noche a pasárselo en grande.


Tras un breve saludo a la audiencia, nuestro cantante favorito nos introducía al nuevo 

hermano del metal, presentado como “Death dealer". Un no demasiado largo solo de guitarra 

con las típicas escalas arriba y abajo típicas de David Shankle daba pie a que Eric anunciase el 

title-track del nuevo álbum “kings of metal". Como era de esperar la primera canción de su 

nuevo retoño fue recibida gratamente por toda la gente, coreando puño en alto el nuevo lema 

de la banda, ya sabeis:”other bands play, manowar kill". Que le vamos a hacer, la modestia 

nunca ha sido su fuerte.


De nuevo una de las pocas interacciones de Eric con el público, enseñándonos como era el 

archiconocido signo de Manowar con los brazos unidos y adornando la masterclass con otros 

cuantos screams de campeonato, servían para sumergirnos de lleno en el buque insignia de mi 

album favorito. “Sign of the hammer" nos llevaba a ese punto álgido del show trasladandonos 

a ese momento donde la épica y el metal en estado puro se aliaban en la canción perfecta con 

la increible voz de Eric mostrando todos los matices que posee y acabando increscendo con 

ese agudo mítico. Y por supuesto ese sonido característico del jefe Joey cabalgando durante 

todo el tema. Los ojos como platos y 3 litros de baba a mis pies tras semejante regalo.



A estas alturas el público ya estaba totalmente rendido a la banda y el zorro de Joey comenzó 

a dejarnos claro quien tenía el control absoluto. Quedándose solo en el escenario y con una 

pequeña demostración de su dominio a las cuatro cuerdas, comenzaba la melodía de “Heart of 

steel" donde el bueno de Eric volvía a hacer gala de su calidad con un pequeño solo de voz 

sosteniendo la nota hasta el infinito para dar pie a la parte más cañera del corte. La gente en 

ese momento ya estaba totalmente alucinando, coreando toda la canción convirtiéndola en el 

himno que siempre ha estado predestinada a ser desde su composición.


De nuevo Joey DeMaio se plantaba ante el público para darnos una demostración de su 

rapidez innata al bajo y unas breves cabalgadas con su instrumento haciendo participar al 

público, daban paso a su particular versión del vuelo del moscardon. En este caso esta 

instrumental rebautizada como “Sting of the bumblebee" nos mostraba a una banda al 

servicio del maestro de ceremonias absoluto, ofreciéndonos ese virtuosismo desmedido 

acompañado de esa actitud a medio camino entre solemnidad y chulería salpimentada con 

una pizca de desafío en la mirada impertérrita del líder absoluto de los neoyorkinos. No 

obstante disfrutamos mucho con el momento instrumental que iba a servir para adentrarnos 

en uno de los momentos cumbres del show.


Con David Shankle con guitarra acústica en ristre y tocando unos pequeños arpegios que 

desembocaban en el inicio de “Hail and kill", de nuevo la impresionante voz de Eric flotaba en 

todo el pabellón exhibiendo su inagotable registro con otro solo vocal que nos adentraba en 

esa vorágine sónica que puso patas arriba a toda la peña. Un tema clásico absoluto de la banda 

destinado a ser coreado eternamente por todos los fans. Tres trallazos seguidos del nuevo 

disco de un total de cinco, daban muestra de la fé absoluta que el grupo tenía en el disco que 

venían a presentar.


Y como preámbulo al primer descanso del grupo, para culminar una hora de gloria, que mejor 

que el tema que nos voló la cabeza en el 84, el brutal “kill with power". Una salvajada de 

clásico donde toda la banda ejecuta su parte sin ningún tipo de concesiones y de nuevo un Eric 

en estado de gracia absoluto, demostrando el porqué para mi siempre será el mejor cantante 

del género. Espectacular.


Tras un breve descanso que sirvió para que todos los allí presentes nos mirasemos totalmente 

extasiados y comentaramos como era posible que aquello estuviese sucediendo, el PA nos 

anunciaba con ese sonido de un coche chirriando ruedas la casi speedica “Wheels of fire". 

Otro barbaridad sónica con un Joey de Maio con el peso total de la canción y un Eric 

totalmente desatado, e incluso dejándole a David Shankle lucirse en un solo trepidante que es 

donde el mejor se maneja. Otra brutalidad de nuestros vikingos favoritos.

Y llegaba el otro momento cumbre en su repertorio, las conocidas notas del bajo de Joey

respaldaban la voz de Eric enfilando el icónico comienzo de su clásico “Black wind fire and 

steel”. Ni que decir que el público ya estábamos totalmente rendidos a la maestria de estos 

four kings, con el gran Eric Adams prácticamente escupiendo esas estrofas con puros agudos 

en el punto álgido del tema. Desde luego no habían venido a hacer prisioneros.


Otro breve descanso nos devolvía a mr. DeMaio solo frente al micrófono para leernos en un 

muy correcto español ese famoso discurso de su manía persecutoria sobre los enemigos del 

metal y todos sus desvaríos que sirvió para arengar a las masas que ya obedecían sumisamente 

a cualquier fanfarronada del jefe. Decir en su defensa, que al menos en cada ciudad durante la 

gira europea tuvo el detalle de dar la turra al respetable en el idioma oficial del país. Después 

de su pequeño adoctrinamiento cerraban esta noche inolvidable con su mítico “Battle hymn".

Y es que pocos títulos pueden ser más fieles a un tema e incluso a una carrera entera como 

este himno de batalla. Una canción que cerraba de forma majestuosa esta noche que 

permanecerá en la memoria de todos los que nos dimos cita aquella noche tan señalada.

Con la grabación de “The crown and the ring" de fondo y el sistema de luces bajando , la 

banda daba por finalizado su primer asalto a nuestros dominios. Con el público aún coreando 

el tema con la esperanza de que pudiesen regresar al escenario, los pipas empezando a 

desmontar y las luces del pabellón encendidas nos despejan cualquier duda. Había terminado 

uno de los mejores conciertos de mi vida. Los he visto muchísimas veces más, pero jamás 

llegaron a superar tal hazaña. Una noche para el recuerdo.

10/10

Sergio arroyo  (the mountain king)

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