Se me hace muy difícil destacar un concierto por encima de otro en la década de los 80,
porque tuve la suerte desde muy jovencito de poder asistir a noches para guardar en la retina
in saecula saeculorum que dirían los franciscanos. Con deciros que el primero fue Accept con
Dokken en 1986 ya es para ponerle los dientes largos a muchos. Le siguieron Scorpions/MSG,
Judas Priest/Warlock, Iron Maiden/Wasp, Dio/Helloween y tantos otros, incluidos conciertos
en mi Hospitalet querido de Zeus, Blutaxt, 11 Bis,…. Una época donde asistir a un concierto era
un acontecimiento muy especial donde se respiraba esa comunión entre unos chavales que
todavía caminábamos entre las complejas aguas del desconocimiento y la marginalidad.
También he de decir que no todo era hermandad y buen rollo, también fui testigo de batallas
campales y del desprecio y el linchamiento sin contemplaciones de grupos teloneros que no
habían sido del agrado del intransigente público barcelonés de aquellos años.
Pero entre todos los momentos inolvidables, me voy a quedar con la primera visita de los reyes
del metal por nuestras tierras, primero porque en aquellos momentos y durante varios años
fue mi banda favorita y segundo porque la expectación por verlos por primera vez era latente.
Tal es así que de estar previsto que actuaran en la sala Zeleste, tuvieron que cambiar el
enclave al mítico Palacio de los deportes. Tambien he de apuntillar que 3 años después cuando
venían a presentar su “Triumph of steel", ocurrió justo lo contrario. Aún conservo las 2
entradas con las ubicaciones originales, en fin cosas que pasan.
Traslademonos a la noche del 2 de mayo de 1989, con un recinto con tres cuartos
aproximadamente de ocupación y presentando todos los estereotipos de la época; melenas al
viento, chupas de cuero y tejanas, macizas con las típicas mallas ajustadas y cánticos del
famoso “Carry on" caldeando el ambiente. La banda atravesaba un gran momento de
popularidad en nuestro país con la publicación de “Kings of metal" y la gente estaba ansiosa
de verlos, aunque desde luego creo que nadie estaba preparado para lo que allí pudimos
presenciar.
Pues entremos en materia, con puntualidad británica aparecieron en escena la primera de las
2 bandas elegidas para calentar motores, los germanos Risk. Una banda surgida de las cenizas
de la última formación de Faithful Breath, un combo capitaneado por el incombustible Heimi
Mikus, lo más parecido a un insecto palo, capaz de mimetizarse con su entorno. Empezaron en
los 70 haciendo pseudo rock progresivo, en los primeros 80 evolucionaron a un hard’n heavy
clásico, para sumarse tras el cambio de nombre a la nueva corriente que a mediados de
década se imponía en Alemania, el power, speed e incluso thrash metal. Como veis un tipo que
se adaptaba al viento que más soplaba, aunque dicho sea de paso nunca llegaron a gustarme
demasiado y lo que más resalto son las míticas portadas de sus discos, firmadas por uno de los
grandes ilustradores del género, el señor Sebastián Krüger, que no se si era el primo teuton de
Freddy. No obstante el grupo durante 30 minutos ofreció un show dinámico y potente que no
disgustó al respetable. “Roadwar", “Russian nights" o “Mindshock" caldearon al público que
tenía claro que esa noche iban a disfrutar de lo lindo. Además del incansable Heimi, en las filas
de la banda militaba un viejo conocido de la escena metálica alemana, el bueno de Thilo
Hermann, que muchos recordaréis por su militancia en Running Wild o Grave Digger entre
otros. Un muy buen arranque para esta velada mágica.
Tras un breve descanso salieron a escena Drifter, un grupo suizo que yo no conocía pero que
su buen hacer sirvió para que les siguiera la pista y más tarde me hice con su muy
recomendable primer álbum “Reality turns to dust". En este caso nos encontramos con una
banda mucho más compacta, practicando también un power mezclado con Speed metal y con
un muy buen cantante llamado Tommy Lion con algún agudo incluido. “Principle of speed",
“Reality turns to dust" o la versión del “We can't be beaten" de Rose Tattoo con un
fragmento de su versión particular de La bamba incluido, lograron hacer hervir aún mas el
gallinero dejando un muy buen sabor de boca.
Y llegó el momento esperado, como digo en aquel momento Manowar era mi banda absoluta
y ya tenia referencias de su poder en las tablas en algún pirata que tenía de la época del “Sign
of the hammer", y la cronica de un amigo mío de Italia de su actuación en Milan en la gira del
“Fighting the world", que no había hecho más que ponerme los dientes largos. Pero por fin los
teníamos aquí y se encargarían de hacer esa noche inolvidable.
Tras la típica música de guerra China que acompañó el inicio de sus shows durante muchos
años, a través del PA sonaba esa grave voz que anunciaba:”From the United States of
América. All Hail! Manowar”. Y ahí comenza la batalla, con los primeros acordes del tema
homónimo de los neoyorkinos, aquello estallaba con la gente totalmente entregada. En el
flanco izquierdo el jefe Joey DeMaio con ese sonido inconfundible de su bajo afinado como
una guitarra, cortesía del gran John “Dawk" Stillwell, a la derecha el debutante David Shankle
que venía reemplazando a Ross the boss en la guitarra y detrás de la muralla de altavoces
aporreando su set de batería y con ese aspecto a lo Genghis Khan, el desaparecido Scott
Columbus. Por detrás de David apareció el diminuto pero grandioso Eric Adams para
completar la formación y dar inicio a 87 minutos de un concierto épico. El sonido fue fantástico
desde el inicio y ya enseguida comprobabas la maestria de Joey al bajo con ese temple y
mirada desafiante y por encima de todo la potente voz de Eric sonando aún más desatada que
en estudio.
Tras el saque inicial Scott nos introducía con su característico intro a los parches, algo más
alargada para la ocasión en la ovacionada “Fighting the world". Tras el solo del tema y con la
audiencia totalmente entregada llegaba el momento de hacer cantar al respetable. Aquí Eric
intentaba hacernos entender que cuando el decía Fight for a living, el público debía gritar
Fighting the world, pero ante la descordinacion de la gente al parar la música, optó por
explicarlo como mejor sabe, soltando un scream de los suyos que ya nos dejó alucinando.
Mientras coreabamos el mítico estribillo, Eric tuvo que pegarle varias patadas a un balón de
nivea que llevaba paseándose por las primeras filas durante todo el tema y que hacia ver a la
banda que la gente había venido esa noche a pasárselo en grande.
Tras un breve saludo a la audiencia, nuestro cantante favorito nos introducía al nuevo
hermano del metal, presentado como “Death dealer". Un no demasiado largo solo de guitarra
con las típicas escalas arriba y abajo típicas de David Shankle daba pie a que Eric anunciase el
title-track del nuevo álbum “kings of metal". Como era de esperar la primera canción de su
nuevo retoño fue recibida gratamente por toda la gente, coreando puño en alto el nuevo lema
de la banda, ya sabeis:”other bands play, manowar kill". Que le vamos a hacer, la modestia
nunca ha sido su fuerte.
De nuevo una de las pocas interacciones de Eric con el público, enseñándonos como era el
archiconocido signo de Manowar con los brazos unidos y adornando la masterclass con otros
cuantos screams de campeonato, servían para sumergirnos de lleno en el buque insignia de mi
album favorito. “Sign of the hammer" nos llevaba a ese punto álgido del show trasladandonos
a ese momento donde la épica y el metal en estado puro se aliaban en la canción perfecta con
la increible voz de Eric mostrando todos los matices que posee y acabando increscendo con
ese agudo mítico. Y por supuesto ese sonido característico del jefe Joey cabalgando durante
todo el tema. Los ojos como platos y 3 litros de baba a mis pies tras semejante regalo.
A estas alturas el público ya estaba totalmente rendido a la banda y el zorro de Joey comenzó
a dejarnos claro quien tenía el control absoluto. Quedándose solo en el escenario y con una
pequeña demostración de su dominio a las cuatro cuerdas, comenzaba la melodía de “Heart of
steel" donde el bueno de Eric volvía a hacer gala de su calidad con un pequeño solo de voz
sosteniendo la nota hasta el infinito para dar pie a la parte más cañera del corte. La gente en
ese momento ya estaba totalmente alucinando, coreando toda la canción convirtiéndola en el
himno que siempre ha estado predestinada a ser desde su composición.
De nuevo Joey DeMaio se plantaba ante el público para darnos una demostración de su
rapidez innata al bajo y unas breves cabalgadas con su instrumento haciendo participar al
público, daban paso a su particular versión del vuelo del moscardon. En este caso esta
instrumental rebautizada como “Sting of the bumblebee" nos mostraba a una banda al
servicio del maestro de ceremonias absoluto, ofreciéndonos ese virtuosismo desmedido
acompañado de esa actitud a medio camino entre solemnidad y chulería salpimentada con
una pizca de desafío en la mirada impertérrita del líder absoluto de los neoyorkinos. No
obstante disfrutamos mucho con el momento instrumental que iba a servir para adentrarnos
en uno de los momentos cumbres del show.
Con David Shankle con guitarra acústica en ristre y tocando unos pequeños arpegios que
desembocaban en el inicio de “Hail and kill", de nuevo la impresionante voz de Eric flotaba en
todo el pabellón exhibiendo su inagotable registro con otro solo vocal que nos adentraba en
esa vorágine sónica que puso patas arriba a toda la peña. Un tema clásico absoluto de la banda
destinado a ser coreado eternamente por todos los fans. Tres trallazos seguidos del nuevo
disco de un total de cinco, daban muestra de la fé absoluta que el grupo tenía en el disco que
venían a presentar.
Y como preámbulo al primer descanso del grupo, para culminar una hora de gloria, que mejor
que el tema que nos voló la cabeza en el 84, el brutal “kill with power". Una salvajada de
clásico donde toda la banda ejecuta su parte sin ningún tipo de concesiones y de nuevo un Eric
en estado de gracia absoluto, demostrando el porqué para mi siempre será el mejor cantante
del género. Espectacular.
Tras un breve descanso que sirvió para que todos los allí presentes nos mirasemos totalmente
extasiados y comentaramos como era posible que aquello estuviese sucediendo, el PA nos
anunciaba con ese sonido de un coche chirriando ruedas la casi speedica “Wheels of fire".
Otro barbaridad sónica con un Joey de Maio con el peso total de la canción y un Eric
totalmente desatado, e incluso dejándole a David Shankle lucirse en un solo trepidante que es
donde el mejor se maneja. Otra brutalidad de nuestros vikingos favoritos.
Y llegaba el otro momento cumbre en su repertorio, las conocidas notas del bajo de Joey
respaldaban la voz de Eric enfilando el icónico comienzo de su clásico “Black wind fire and
steel”. Ni que decir que el público ya estábamos totalmente rendidos a la maestria de estos
four kings, con el gran Eric Adams prácticamente escupiendo esas estrofas con puros agudos
en el punto álgido del tema. Desde luego no habían venido a hacer prisioneros.
Otro breve descanso nos devolvía a mr. DeMaio solo frente al micrófono para leernos en un
muy correcto español ese famoso discurso de su manía persecutoria sobre los enemigos del
metal y todos sus desvaríos que sirvió para arengar a las masas que ya obedecían sumisamente
a cualquier fanfarronada del jefe. Decir en su defensa, que al menos en cada ciudad durante la
gira europea tuvo el detalle de dar la turra al respetable en el idioma oficial del país. Después
de su pequeño adoctrinamiento cerraban esta noche inolvidable con su mítico “Battle hymn".
Y es que pocos títulos pueden ser más fieles a un tema e incluso a una carrera entera como
este himno de batalla. Una canción que cerraba de forma majestuosa esta noche que
permanecerá en la memoria de todos los que nos dimos cita aquella noche tan señalada.
Con la grabación de “The crown and the ring" de fondo y el sistema de luces bajando , la
banda daba por finalizado su primer asalto a nuestros dominios. Con el público aún coreando
el tema con la esperanza de que pudiesen regresar al escenario, los pipas empezando a
desmontar y las luces del pabellón encendidas nos despejan cualquier duda. Había terminado
uno de los mejores conciertos de mi vida. Los he visto muchísimas veces más, pero jamás
llegaron a superar tal hazaña. Una noche para el recuerdo.
10/10
Sergio arroyo (the mountain king)